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Historia de la Cofradía de San Pedro

Realizado por Iñigo Gil Azparren, con la colaboración de Máximo Gil Azparren y Jaime Sanchez Osés

 

La Cofradía data del siglo XVI y en el año 1999 tuvo lugar la celebración de los 300 años de la renovación de sus estatutos. En un principio fueron 143 los cofrades. Para poder ser cofrade, el hijo de cofrade, tenía que contribuir con robo y medio de trigo de contribución anual y el que no era hijo de cofrade pagaba dos robos y medio de trigo. Según estaba establecido en el reglamento, se celebraban 14 misas anuales y ni una más. Si un cofrade recibía un sacramento sobre todo el viático o la extremaunción, se le cantaba una salve por el cabildo parroquial y se pagaba por dicha salve un real fuerte.

 

Cuando fallecía un cofrade, se celebraban por su alma doce misas dando de limosna, real y medio sencillos por cada misa, costeando el gasto la cofradía.

El día señalado para celebrar la Junta era el segundo día de Pascua de Pentecostés, reuniéndose el Alcalde de la Cofradía, cuatro mayordomos y ocho vocales con el Prior. Se tomaban las cuentas de lo gastado en el año en la cera que se necesitaba para las velas de los hermanos cofrades difuntos. El gasto de cera por un quinquenio ascendía a 300 reales. Se nombraban todos los años por turno, cuatro cofrades para llevar los cofrades difuntos a la Iglesia y otros cuatro cofrades para llevar el Santo en las procesiones del día del Santo.

El día 29 de Junio, día de San Pedro Apóstol, iban todos los cofrades a las tres de la mañana a la Basílica de San Pedro, situada fuera de la población, como a cinco kilómetros de distancia, de la villa. Iban el Prior, dos sacerdotes que acompañaban a dicho prior, el alcalde de la cofradía, mayordomos, vocales y cofrades, la mayoría de ellos labradores, y se llegaba a Santa María de Arlas, basílica cercana a la de San Pedro. Allí se desayunaba un poco de pan y queso y un poco de vino. Luego en dicha basílica se celebraban dos misas dichas por los dos sacerdotes, sin dar limosna por ellas.

 

Luego, subían acompañados del Alcalde y demás cofrades, a redoble de tambor a la basílica de San Pedro, en donde se celebraba misa por todos los cofrades y difuntos de dicha cofradía. De limosna se daba una peseta y se nombraba por antigüedad el nuevo Alcalde, los Mayordomos y los ocho vocales que llevaría el santo entre año en las procesiones. Se resolvía también que cada cofrade debía contribuir con medio robo de trigo por cofrade para gastos de la cofradía.

Bajaban de nuevo a la basílica de Nuestra Señora de Arlas y de ahí al cementerio en donde se tenían prevenidas unas misas de la cofradía para todos los hermanos que asistían. El Prior tomaba el libro de dicha cofradía e iba nombrando por sus nombres y apellidos a todos los cofrades.

 

Los cuatro mayordomos, de sus propios bienes, daban a cada cofrade, por un año sólo, una empanada de una libra de cordero o madrillas, una torta de buen pan de tres cuarterones de pan, media libra de queso y como una pinta de vino. Si hubiera fruta del tiempo, se cogían de las fincas contiguas guindas o peras de San Juan.

Concluida esta función, volvían al pueblo todos los cofrades, detrás del prior y sacerdotes, con el estandarte de la cofradía de San Pedro y con redoble de tambor a la cabeza. Entraban por el puente, luego asistían a misa todos los cofrades y se hacía procesión por el pueblo llevando todos los cofrades velas y los cuatro antiguos, cuatro hachas pagándose con el fondo de la cofradía.

 

Inmediatamente en la misa mayor se predicaba al Santo, estando aquel día el altar de San Pedro con sus velas y hachas. Al Cabildo se le daban cinco reales y medio sencillos, y los cuatro mayordomos daban once reales sencillos de sus propios ahorros, por convenio para no pedir entre año en la iglesia. En las catorce misas que se celebraban a lo largo del año había dos hachas encendidas y cuatro velas.

Se sabe que en el año 1759, era Prior Don Miguel Goñi y Alcalde de la Cofradía Miguel de Balduz.

En 1815 y 1816, se hicieron varias reformas y arreglos en la ermita de San Pedro, y en la pasada guerra pudo ser fortín o escenario de alguna escaramuza bélica.

 

En 1837 por desgraciadas ocurrencias, desaparece el libro nuevo de la cofradía.

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